Els escacs a Parets

Emocionate reseña del Dr. Ezequiel Martínez, profesor de la Universidad de Oviedo

Joaquín Fernández, oasis en pleno desierto educativo

Del libro Els escacs a Parets de Joaquín Fernández se puede decir, claro es salvando las distancias en el espesor de los conocimientos, lo mismo que se ha dicho de la sagrada Biblia: es una biblioteca; es un libro de libros. Prueba de ello es la misma dedicatoria a la “dama inspiradora y a los valientes peones”, es decir, a todos y por todas partes. No funciona lo Uno sino más bien lo Múltiple. No funciona la Sinfonía sino más bien la Polifonía. Tal como escribió Kasparov “la vida imita al ajedrez” y no el ajedrez, como Cervantes dijo a su manera, a la vida.

Esta breve reseña, a modo de Génesis o creación in illo tempore, da paso al Éxodo del contenido marcado por las palabras muy humanas del alcalde de Parets del Vallés, Sergi Mingote, y si digo Éxodo del libro es a causa de citar a autores clásicos de la literatura universal amantes del ajedrez (Rabelais, Carrol, Nabakov, Reverte…) que aportan certezas con acierto, y que sirven de reflexión histórico-cultural, y, asimismo, se desprende de sus palabras que infunden un respeto fervoroso en el que se entrelazan estrechamente el afecto a la persona del autor y el carácter pionero en su género divulgativo, magnífica combinación.

En el prólogo, el G. M. Moskalenko da cuenta perfecta de “toda la frenética actividad realizada en aquella escuela” no escolarizada ni encorsetada en saberes consabidos por casi todos y olvidados por la inmensa mayoría (en cambio, cuán harto difícil es olvidar quién fue aquella persona que nos enseñó a jugar al ajedrez). Joaquín es una de ellas. Joaquín abarca con su mirada penetrante muchos escaques de la vida, no sólo ajedrecísticos sino, además, familiares, cotidianos, vitales.

Por último, dentro de este Éxodo se acaba con la presentación del autor del libro, flanqueado por alfil y torre vegetal con fondo de tablero líquido (el mar), sin fronteras locales y sociales.

La estructura del libro consta de tres partes.

La primera. La reciente historia del ajedrez está bien pergeñada e ilustrada con fotografías de campeones de ayer y de hoy. Destaca, sobremanera, la de Arturito Pomar con atuendo de pequeño gran hombre y pelo engominado, que sintetiza como contraejemplo la época que fue la que fue ( “una actividad de café, que se jugaba en diversos bares”).

La semblanza del primer presidente del Club Escacs Parets, fundado en 1978 por directiva encabezada por Francesc Alsina, fallecido en 1991, el cual sigue vivo su recuerdo año tras año en su Memorial, fiel testigo de que el pasado sigue estando presente en los vivos, y que pone de manifiesto el sentir sentimental hacia los orígenes de un club.

La parte segunda dedicada al club, en donde tienen cabida las más variopintas actividades vinculadas con el ajedrez: torneos, campeonatos, simultáneas, juegos escolares, interclubes…; ilustradas todas ellas con imágenes que muestran la sencillez de los locales, la luminosidad escasa, la nula decoración de las paredes, el hacinamiento de jugadores, las cuales ponen encima de la mesa el poco empuje o fuerza formativa del juego en la mentalidad de los dirigentes políticos. Ejemplo, simultánea en la calle, se puede convenientemente observar como una sombrilla “Miko” refresca un poco al soleado día.

En la parte tercera trata con especial frescura el ajedrez escolar, entramos, pues, de lleno en el Levítico, fecundo en ideas, aunque partan de mentes infantiles, intuitivas, de una belleza sencilla, capaces de producir vibraciones íntimas, que son imágenes del libre vuelo de la imaginación y de la alegría, escudo contra futuro negro.

Así, los Comefichas, Pensaurios, Draquitor, “que utilizando una metodología activa, lúdica y manipulativa” proyecta en el niño un razonamiento lógico- matemático, y, otras muchas veces derriba este muro racional para adentrarse en regiones creativas (véase el dibujo del Rei Zumbón, en páginas centrales en color -selección de segundos premios-). Y que, sugestionado, hinoptizado, se levanta, se yergue, al final del viaje o trayecto discursivo/fotográfico como el despertar de un sueño real al final de partida (véase imagen página 184) . O de llegada, porque el libro de Joaquín Fernández es, en definitiva, una donación de sí en una entrega total.